Siguen anidando 4 especies de tortugas marinas en Anzoátegui

Las cuatro especies reportadas en las Costas Anzoatiguenses: Caguamo (Caretta caretta), Verde (Chelonia mydas), Carey (Eretmochelys imbricata) y Cardón (Dermochelys coriácea), están presentes este año es nuestras costas. Esto lo evidenció el biólogo Pedro Vernet con el resto del equipo del proyecto RAO Anzoátegui el pasado mes de julio. Durante el recorrido efectuado, nidos de estas especies de tortugas marinas, fueron censados, aportando información relevante para el estudio que se les sigue. Y es que todas las tortugas marinas se encuentran amenazadas alrededor del planeta. Así quedó establecido en la muestra de resultados llevada a cabo en la Sede de Fundación La Tortuga.

Las cuatro especies reportadas en las Costas Anzoatiguenses: Caguamo (Caretta caretta), Verde (Chelonia mydas), Carey (Eretmochelys imbricata) y Cardón (Dermochelys coriácea), están presentes este año es nuestras costas. Esto lo evidenció el biólogo Pedro Vernet con el resto del equipo del proyecto RAO Anzoátegui el pasado mes de julio.

Durante el recorrido efectuado, nidos de estas especies de tortugas marinas, fueron censados, aportando información relevante para el estudio que se les sigue. Y es que todas las tortugas marinas se encuentran amenazadas alrededor del planeta. Así quedó establecido en la muestra de resultados llevada a cabo en la Sede de Fundación La Tortuga.

Los impactos antropogénicos (generados por el hombre) que se multiplican sin cesar tanto en playas como en el mar, han ocasionado que sus números poblacionales hayan bajado a cifras sumamente preocupantes y siendo estos quelonios considerados especie paraguas, la poca presencia de ellos traerá graves consecuencias al ecosistema marino.

Naturalmente hablando, su estrategia de vida de un adulto por cada 1000 huevos ha logrado que sobrevivan durante millones de años. Sin embargo, el saqueo de nidadas, la caza y comercialización de su caparazón y carne, ha logrado poner en rojo su permanencia en nuestros mares, lo que traerá como consecuencia, un grave desequilibrio dentro del océano y será el propio ser humano quien padezca directamente esta ausencia, al no obtener alimento a través de la pesca de otros ejemplos de fauna marina.

Culturalmente, la tortuga marina ha significado el acceso a proteína o carne  de fácil a las poblaciones humanas costeras y ese cambio de hábitos, es uno de los retos más grandes a alcanzar: lograr sensibilizar a las comunidades que no las vean como alimento o como artículo de venta sino que se transformen en sus primeros defensores y cuidadores. Más temprano que tarde, sus redes se verán más vacías de otras especies tradicionalmente comercializadas y que constituyen el sostén de esas economías domésticas. Y es por eso, que los encuentros y charlas sobre todo con niños son aprovechados para inculcar las buenas prácticas como ciudadanos del futuro próximo y puedan comenzar a reparar lo que nosotros como adultos hemos casi destruido.

Pero a pesar de ello, un haz de luz esperanzador recorre aun las costas y esas huellas en las hermosas arenas de las playas del estado, hacen sentir que estos animales siguen en su lucha por no desaparecer, siguen dando muestras de la fuerza de una naturaleza viva que, dicho sea de paso, también nos creó a nosotros y de la cual olvidamos muchas veces.

Un llamado a todas aquellas personas que hacen vida en el mar: no consuman sus huevos, tortuguillos o adultos de tortugas pues serán cómplices de una segura extinción. Estos ejemplares muchas veces son cazados o quedan atrapados en redes abandonadas sin haber logrado la adultez y sin haber tenido la oportunidad de reproducirse. Tampoco adquieran o acepten como regalo, objetos elaborados con Carey pues esto significa el sacrificio de un animal indefenso por su caparazón.